El frenillo lingual es una estructura anatómica fundamental en la boca, que ayuda en la movilidad de la lengua. En los casos de anquiloglosia, este frenillo es anormalmente corto o grueso, limitando el rango de movimiento de la lengua. En los primeros meses de vida, los padres pueden notar que su bebé tiene dificultades para amamantar, ya que la succión es ineficiente. A medida que el niño crece, otros problemas como retraso en el habla o dificultades para articular ciertos sonidos pueden surgir, afectando el desarrollo del lenguaje.
El diagnóstico temprano es clave para asegurar una intervención oportuna. Generalmente, los pediatras y los dentistas pueden identificar la anquiloglosia en los primeros meses de vida del niño durante los chequeos de rutina. La evaluación clínica incluye observar la capacidad del niño para mover la lengua de lado a lado y hacia arriba, así como la forma en que se alimenta. Si se confirma la presencia de un frenillo lingual anómalo, el cirujano pediátrico es el especialista más adecuado para determinar si es necesario un procedimiento quirúrgico.
No todos los niños con anquiloglosia requieren cirugía. Algunos niños desarrollan una movilidad funcional adecuada de la lengua con el tiempo, especialmente si su anquiloglosia es leve. Sin embargo, cuando la afección impacta de manera significativa la alimentación o el habla, la cirugía se convierte en la mejor opción. El procedimiento, llamado frenotomía o frenectomía, consiste en cortar el frenillo lingual para liberar la lengua y permitir su movimiento libre. Este procedimiento es rápido y, en la mayoría de los casos, se realiza de forma ambulatoria.
La cirugía de anquiloglosia en niños es relativamente simple y tiene pocos riesgos. En bebés muy pequeños, se puede realizar con anestesia local, mientras que en niños mayores puede requerir anestesia general. El cirujano pediátrico realiza una pequeña incisión en el frenillo lingual para liberar la lengua. En algunos casos, se utiliza un láser para reducir el sangrado y acelerar la cicatrización. La mayoría de los niños experimentan una mejora inmediata en la movilidad de la lengua y pueden retomar sus actividades diarias en poco tiempo.
El principal beneficio de la cirugía de anquiloglosia en niños es la mejora en la capacidad para succionar y alimentarse en bebés, y la corrección de problemas del habla en niños mayores. La intervención temprana también puede prevenir futuros problemas dentales, como una mordida desalineada o dificultades en la higiene bucal, debido a la incapacidad de la lengua para moverse adecuadamente en la boca.
En términos de la recuperación, la mayoría de los niños no sufren complicaciones graves. En algunos casos, el cirujano pediátrico puede recomendar terapia del habla para garantizar que el niño pueda usar su lengua de manera efectiva después del procedimiento.
Si bien la anquiloglosia y la otoplastia infantil son afecciones completamente diferentes, ambas resaltan la importancia de una intervención temprana para mejorar la calidad de vida de los niños. La otoplastia, una cirugía que corrige deformidades en las orejas, también se realiza comúnmente en niños para evitar el estigma social y mejorar su autoestima. Tanto la cirugía de anquiloglosia como la otoplastia son procedimientos que, bajo la supervisión de un cirujano pediátrico, pueden marcar una gran diferencia en el desarrollo y bienestar del niño.